miércoles, 30 de marzo de 2011

Alma conmovida




Hoy voy a realizar mi reflexión sobre un hecho, que probablemente no encontréis en ningún medio de comunicación, ni tan siquiera en Internet, pero que a mí me ha conmovido el alma.

Ha ocurrido hace tan solo unos días. Un tío mío, de esos que tan solo ves de boda en boda, y de entierro en entierro, y con el que guardaba poca relación, estaba muy enfermo. Lo cierto es que, ya tenía una edad, para ser concreto 91 años, y en las últimas semanas había empeorado considerablemente. Su hija, era la que nos iba poniendo al día de los altibajos de su padre. Hasta que, el sábado pasado, a eso de las doce, nos dieron la mala noticia, hora y media antes mi tío había fallecido en el hospital. En mi casa, todos nos quedamos compungidos, al fin y al cabo, cuando muere una persona que conoces, aunque sea una muerte anunciada y tengas una relación escasa, siempre, siempre se siente dolor. Quedamos a la espera de que su hija nos informase del Tanatorio y del número de sala asignado, a fin de acompañar a la familia en tan tristes momentos, y en vista de que no nos llamaban, decidimos hacerlo nosotros pensando que estarían demasiado abatidos para avisar a todos los familiares. A eso de las dos, cuando llamamos, la sangre se nos heló.

Mi tío estaba casado. Su mujer, de 86 años, se encontraba en su casa cuando falleció su marido. Un familiar se acerco a la casa para darle la noticia y cuando se lo comunicaron sufrió un infarto. Murió en ese mismo instante, sentada en una silla, con tranquilidad, sin decir nada porque, nada tenía que decir. El día antes, había comentado que, ojala Dios se acordase de ella si se llevaba a su marido y, Dios se acordó.

Su historia, podría ser, sin lugar a dudas, la base de un guión cinematográfico. Se conocieron con tan solo 16 años él y 11 ella, en el pueblo, en un pueblo de La Mancha, y desde entonces permanecieron unidos hasta el día de su muerte, 75 años después. Su vida, como os podéis imaginar, no debió ser fácil, sobretodo teniendo en cuenta que vivieron una guerra y una posguerra y que un hijo suyo murió hace tan solo 10 años de una larga enfermedad. Sin embargo, y a pesar de todo, siguieron juntos hasta su final. Incluso en el Tanatorio, los dos yacían en la misma sala, al lado el uno del otro, y en el cementerio fueron colocados en un nicho doble, con una sola lapida de mármol gris.

Son difíciles, encontrar las palabras adecuadas para expresar los sentimientos que experimenté el pasado fin de semana. Por una parte, una gran tristeza y dolor, no solo por la perdida de mis tíos, sino por la enorme pena que sentía mi prima, su única hija, y toda su familia. Todavía resuenan en mi mente, los llantos de mi prima cuando metían los dos ataúdes en el nicho doble.  Y, por otra parte, un sentimiento de paz y serenidad, un halo de amor que flotaba en el ambiente y que se hacia patente cuando mirabas a los dos difuntos de cuerpo presente, entre un sinfín de ramos de flores.

Estoy completamente seguro, que si existe otra vida, mis tíos están allí, juntos y disfrutando su amor eterno.

Hasta la próxima reflexión.   

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