sábado, 11 de diciembre de 2010

El deporte nacional


Hace unos días, se ha celebrado en Madrid, el Primer Campeonato Nacional de Siesta, en el Centro Comercial Islazul, ¡Por fin! Ya era hora de que “el deporte nacional” tuviese una competición oficial, aunque no este federada ni pueda participar en unas Olimpiadas.

La Asociación Nacional de Amigos de la Siesta logró convocar a más de 360 personas que participaron en rondas de 20 minutos, donde los participantes tenían que intentar dormirse. Hubo premios para todos los gustos: para que el durmió más tiempo, para el mayor roncador, para la vestimenta más creativa, para la postura más original… Al final, Pedro Alfonso Soria López, un ecuatoriano de 62 años conocido por el “soriano”, fue galardonado con el “pijama dorado”, tras dormir 17 minutos y exhalar un ronquido de 70 decibelios. ¡Ahí es nada!

El “soriano” que es vigilante de seguridad en paro, declaró a los medios de prensa: "Espero que esto me sirva para encontrar trabajo y no dormirme”, aunque yo si fuese empresario, me lo pensaría dos veces. Pero, lo que más me intriga, es que fue su propia esposa la que, inscribió al Sr. Soria, en el campeonato. Quizás sea, porque es ella, y no él, quien escucha sus ronquidos cada noche.

En mi caso, siempre que oigo hablar de siesta, me vienen a la mente recuerdos de esas tediosas reuniones de trabajo, después de comer, con la digestión a medio hacer, donde entre cabezazos y bostezos, parece que el único verdaderamente despierto es el ponente. Allí, se suele ver a tus compañeros con los ojos medio cerrados, en un duermevela constante, tan solo interrumpido por alguna pregunta del orador, que normalmente no tiene ninguna respuesta. Sinceramente, no creo que a eso se le pueda llamar productividad laboral.

Ya existen suficientes estudios que demuestran que, una siesta de no más de 30 minutos, mejora la salud en general y la circulación sanguínea, previene el agobio, la presión o el estrés, favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje y proporciona la facultad de prolongar la jornada de trabajo. Incluso empresas como Google o MRW, han habilitado un espacio para que sus empleados puedan dormir la siesta. Por cierto, esta última, incluso ha instalado sillones, que te dan un masaje mientras concilias el sueño.

En cualquier caso, se trabaje por la tarde o no, quien me puede asegurar que, tras haber degustado unas tapitas con varias cervezas, un buen cordero asado con su correspondiente vino, un flan con nata, un par de chupitos y un café con sacarina, alguien puede quedarse despierto y no caer en los brazos de Morfeo.

La siesta es una costumbre, que ya existía en el antiguo Egipto, y hoy en día sigue existiendo en España, Latinoamérica, China, Taiwán, Filipinas, India, Grecia, Oriente Medio y África del Norte. Tanta gente no puede estar equivocada, por lo tanto, para qué luchar contra ella. Lo mejor es, hacer caso al maestro D. Camilo Jose Cela y, de vez en cuando, echarse una buena siesta de padre nuestro, pijama y orinal.

Hasta la próxima reflexión.

1 comentario:

  1. La siesta sí que debería ser la Fiesta Nacional. A mí, como a Camilo José Cela, la siesta me gusta de cama, pijama y orinal.

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