lunes, 29 de noviembre de 2010

"Solo" y sin "guion"



Todo escritor principiante que se digne, cuando comienza a escribir suele pedir perdón a sus lectores por las futuras faltas de ortografía que pueda cometer a lo largo de su andadura. En mi caso, la cosa se complica porque todavía no acabo de tener claro la forma de escribir muchas de las palabras de nuestro vocabulario. Y todo, porque el pasado día 28 de Noviembre del presente año, unos señores pertenecientes a 22 Academias de la Lengua Española, se han reunido para dar a conocer las nuevas reglas ortográficas que guiaran la forma de escribir de 450 millones de hispanohablantes.

Hasta aquí, todo perfecto. El problema comienza cuando analizamos los cambios propuestos y a las personas que los han llevado a cabo. Porque hay que decir, que hasta el último momento, estos señores no tenían claro si la “zeta” pasaba a llamarse “ceta”, o si la “i griega” se quedaba con su nombre o se llamaba “ye”. Para despejar la incógnita, diremos que, al final, en los dos casos, se ha impuesto la primera acepción. No solo (creo que, ahora se escribe así) eso, sino que algunos de los cambios, ni siquiera han sido bien acogidos por escritores profesionales, de la talla de Antonio Colina o Juan José Millás. Incluso alguno de los propios Académicos, como Arturo Pérez Reverte, han manifestado su intención de seguir escribiendo “solo” y “guion” con acento, “hasta que el uso general, o sea ustedes, me haga cambiar”, según sus propias palabras.

Lo que no tengo claro, es por qué, si la Lengua Española actual es una recopilación panhispánica donde se recogen variantes de uso americano en un intento de unidad idiomática, no existe cabida para las diversas acepciones que pueden tener una misma letra o palabra de uso común. Todavía más, me intriga como, si el lenguaje esta (creo que, ahora también se escribe así) en constante y rápida evolución, con creación de nuevas palabras procedentes de diversas fuentes, como las nuevas tecnologías (móvil, internet, etc…) o nuevos anglicismos (zapping, moving, etc…) integrados perfectamente en nuestra sociedad, la Real Academia Española, ha tardado más de 10 años en editar una nueva guía ortográfica. Otra duda que me surge es, si estos cambios tendrán una aceptación generalizada en la sociedad en que vivimos, teniendo en cuenta que algunas de las antiguas propuestas de la Real Academia, no han logrado cuajar en nuestra sociedad, como por ejemplo la palabra “güisqui” en lugar de “whisky”. Y, por último, tampoco me queda claro como corregirá el próximo revisor ortográfico de mi procesador de textos, si tenemos en cuenta que el director de la Academia Mexicana dijo: “Si estas propuestas resultan útiles a algún país, que las tome. Si cree que les complica, que no las tome. No tienen importancia pero marcan tendencia”.

Por eso, ahora que comienzo este blog, no se si pedir perdón por las futuras faltas de ortografía que pueda cometer, porque no se si realmente las cometeré; o sí por otra parte, tendré que pedir mil perdones porque, con tanta regla y tanto cambio, no estaré a la altura de la nueva gramática.  

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